Durante su estancia en Milford Haven, la tripulación del José Luis Díez se ganó el cariño de los habitantes locales. Su actitud amistosa y su entusiasmo por la vida contagiaron a todos los que los rodeaban.
Los marineros compartieron historias de su país y su cultura, con sus camaradas, creando lazos de amistad que trascendieron las barreras del idioma y la nacionalidad.
Después de unos días en Milford Haven, el José Luis Díez se preparó para zarpar nuevamente.
La tripulación, descansada y rejuvenecida, abordó el destructor con entusiasmo, lista para enfrentar los desafíos que les esperaban.
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Características Cruel Seas
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